lunes, 25 de abril de 2016

La historia de los sentimientos



Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y cualidades de un hombre. Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura les propuso: “oigan, vamos a jugar a las escondidas”. La intriga levanto la ceja, y la curiosidad sin poder detenerse, pregunto: “escondidas?” El entusiasmo tan so-seguido de la euforia, la alegría dio tantos saltos que termino por convencer a la duda y a la apatía. Que nunca se interesaban por nada. “1, 2, 3,” comenzó a contar la locura.

La primera en esconderse fue la pereza, que como siempre, callo de tras de la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo, y la envidia se escondió de tras de la sombra del triunfo. Que por propio esfuerzo, había conseguido subir ala copa mas alta del árbol mas alto. La generosidad, casi no consigue esconderse, por que cada lugar que encontraba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. Si era un lago cristalino, ideal para la belleza. Si era la copa del árbol, perfecto para la timidez. Si era una ráfaga de viento, magnifico para la libertad. Así es que termino escondiéndose en un rayo de sol. El egoísmo, en un lugar bueno desde el principio. Ventilado, cómodo, pero solo para el. La mentira se escondió detrás del arco iris. Y la pasión y el deseo, en el centro de los volcanes.

Cuando la locura terminaba de contar, el amor todavía no había encontrado lugar para esconderse; pues todos estaban ya ocupados. Hasta que encontró un rosal, y cariñosamente decidió esconderse entre sus flores. Concluyo la locura y comenzó labúsqueda.

La primera en aparecer fue la prisa, apenas a tres pasos de una piedra. Sintió vibrar a la pasión y el deseo en los volcanes. En un descuido, encontró a la envidia. Y claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo, no tubo que buscarlo, el solo salió disparado de su escondite que en verdad, era un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed, y al aproximarse a un lago descubrió a la belleza. La duda, fue mas fácil de encontrar, estaba sentada sobre un cerro sin decidir donde esconderse. Y así fue encontrándolos a todos. Al talento entre la hierva fresca, a la angustia en una cueva oscura. Pero, el amor? No aparecía en ningún lugar!

La locura lo busco detrás de cada árbol, debajo de cada roca del planeta y encima de las montañas. Cuando estaba apunto de darse por vencida, encontró un rosal y comenzó a mover sus ramas. Entonces, escucho un grito doloroso. Habían herido al amor en los ojos. La locura no sabia que hacer para disculparse. Lloro, rezo, imploro, pidió perdón y prometió ser su guía para siempre.

Es por eso, que desde entonces

¿¿¿ El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña ???



jueves, 7 de abril de 2016

Tres pequeños arboles


Había una vez, en la cumbre de una montaña, 
Tres pequeños árboles, 
Soñando acerca de lo que querían llegar a hacer, 
Cuando fueran grandes. 

El primer arbolito miro hacia las estrellas y dijo: 
Yo quiero guardar tesoros, 
Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas, 
Seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo. 

El segundo arbolito miro un pequeño arroyo 
En curso al océano y dijo: 
Yo, quiero viajar a través de aguas temibles 
Y llevar reyes poderosos sobre mí, 
Seré el barco más imponente del mundo. 

El tercer arbolito, miro hacia el valle 
Que estaba debajo de la montaña y vio hombres y mujeres 
Trabajando en un pueblo y dijo: 
Yo no quiero irme de la cima de la montaña, 
Nunca quiero crecer tan alto, 
Que cuando la gente del pueblo se pare a mírame, 
Eleven su mirada al cielo y piensen en Dios… 
Yo seré el árbol más alto del mundo. 

Los años pasaron, llovió, brillo el sol, 
Y los pequeños árboles crecieron alto, 
Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña, 
El primer leñador, miro el primer árbol y dijo: 
Que árbol tan hermoso es este y con la fuerza de su hacha 
Brillante, el primer árbol cayó… 

Ahora me convertirán en un hermoso baúl 
Deberé contener tesoros maravillosos 
Dijo el arbolito. 
El segundo leñador miro al segundo árbol, 
Este árbol es muy fuerte es perfecto para mí 
Y con la arremetida de su hacha brillante, 
El segundo árbol también cayó. 
Ahora navegare en aguas temibles, 
Pensó el segundo árbol, 
Seré un barco imponente, 
Para reyes temidos y poderosos. 

El tercer árbol sintió su corazón sufrir 
Cuando el último leñador lo miro, se enderezo, 
Apuntando ferozmente al cielo. 
Pero el leñador ni siquiera miro hacia arriba y dijo: 
¡Va! cualquier árbol es bueno para mí 
Y con su hacha brillante el tercer árbol cayó…. 

El primer árbol se emociono 
Cuando el leñador lo llevo a su carpintería, 
Pero el carpintero lo convirtió 
En una caja de alimento para animales. 

Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, 
Ni llenado de tesoros, 
Sino que fue cubierto con polvo de cortadura, 
Y llenado con alimento 
Para animales de granja hambrientos. 

El segundo árbol sonrió 
Cuando el leñador lo llevo cerca de un embarcadero 
Pero ningún barco imponente fue construido ese día. 
En lugar de eso, aquel árbol fuerte fue cortado 
Y convertido en un simple bote de pesca. 
Era demasiado chico y débil para navegar en el océano, 
Ni siquiera en un río, y fue llevado a un pequeño lago. 

El tercer árbol, estaba confundido, 
Cuando el leñador lo corto para hacer tablas fuertes 
Y lo abandono en un almacén de madera… 
Que estará pensando… fue lo que se pregunto el árbol. 
Yo todo lo que quería 
Era quedarme en la cumbre de la montaña, 
Para estar más cerca de Dios. 

Muchísimos días y noches pasaron… 
Los tres árboles ya casi habían olvidado sus sueños. 
Pero una noche, una luz de estrella dorada 
Alumbro el primer árbol, cuando una joven mujer 
Puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. 

Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebé 
Le dijo su esposo a la mujer, 
La madre apretó su mano y sonrió 
Mientras la luz de la estrella 
Alumbraba la madera suave y fuerte de la cuna 
Y la mujer dijo: 
Este pesebre es hermoso 
Y de repente el primer árbol supo que contenía 
El tesoro más grande del mundo 

Una tarde un viajero cansado y sus amigos 
Se subieron al viejo bote de pesca, 
El viajero se quedo dormido 
Mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente 
Hacia adentro del lago 
De pronto una impresionante y 
Aterradora tormenta llego al lago 
El pequeño árbol se lleno de temor, 
Él sabía que no tenía la fuerza 
Para llevar a todos esos pasajeros 
A la orilla a salvo 
Con ese viento y lluvia 

El hombre cansado se levanto 
Y alzando su mano dejo ¡CALMA! 
La tormenta se detuvo tan rápido como comenzó 
Y de repente el segundo árbol 
Supo que él llevaba navegando 
Al rey del cielo y de la tierra 

Un viernes en la mañana 
El tercer árbol se extraño 
Cuando sus tablas fueron tomadas 
De aquel almacén de madera olvidado, 
Se asustó al ser llevado entre una impresionante multitud 
De personas enfurecidas, 

Se lleno de temor cuando unos soldados 
Clavaban las manos de un hombre en su madera, 
Se sintió feo, áspero, y cruel, 
Pero el domingo siguiente por la mañana 
Cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo 
Debajo de su madera, 

El tercer árbol supo que el amor de Dios 
Había cambiado todo, 
Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte 
Y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol 
Ellos pensarían en Dios 
Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo. 

La próxima vez que te sientas deprimido 
Porque no conseguiste lo que tú querías, 
Solo siéntete firme y sé feliz, 
Porque Dios está pensando en algo mejor para darte.



viernes, 1 de abril de 2016

Que Razón Tenías Papa - Mariano Osorio


Que razon tenia papa, 
Cuando me dijiste que a mi edad 
Aun no estaba preparado para controlar mi vida, 
Que era yo muy joven, 
Que esperara un poco más de tiempo 
Y luego tú mismo me ayudarias a independizarme. 
Y, sin embargo… preferí no escucharte… 
Te dejé con la palabra en la boca, 
Y me fuí de la casa, 
Según yo, a comerme al mundo a rebanadas. 

Repetiste una y otra vez que tú y mi mamá sólo querían lo mejor para mí, 
Y que sus regaños no eran por desamor… 
Trataste de explicarme que la comprension 
No significaba darme siempre la razón; 
Y a pesar de ello, 
En muchas ocasiones preferiste ceder, y callar; 
Con esa actitud tan consiliadora que adoptaba, 
Con tal de que yo no cumpliera mis constantes amenazas, 
Mientras yo los acusaba de ser los peores padres. 

Qué razon tenias papá, 
Cuando te acercaste a mí, 
Y me suplicaste que viviera conforme a mi edad, 
Porque la juventud es como un suspiro del alma, 
Y cuando nos damos cuenta, 
Los años nos llevan ventaja; 
Me suplicaste que no abandonara la escuela 
Porque de ello dependeria gran parte de mi vida en el futuro; 
“no cometas el mismo error que yo, hijo”, 
Me dijiste en aquella ocasion, 
Y sin embargo mi respuesta fue tanjante: 
“tù que sabes de eso? 
Lo que pasa esque tú ya estas viejo… 
No se como no te cansas de estarme dando zermones”… 
Fué por eso que, solo llegué hasta la secundaria… 

Recuerdo que mi madre me sentó cariñosamente en sus piernas,
Y me habló de las mujeres, 
Me explico que una relacion de pareja va más allá de la atracción fisica, 
Y la pasión; 
Platicó cómo se conocieron y la manera en que la conquistaste, 
De la forma en que se ama a los hijos, 
Del respeto por la esposa, 
Y el cariño con el que se le debe tratar, 
Y ya ves, papá, 
Apenas cumplí la mayoria de la edad y me tuve que casar, 
Por esa falta de responsabilidad… 

Qué razón tenías papá, 
Que antes de marcharme de la casa, 
Intentaste detenerme, 
Y con lágrimas en los ojos me aclaraste: 
“algún día tú tambien serás papá, 
Y me vas a entender, hijo”, 
Y en pago a eso te miré fijamente a los ojos y te dije: 
“yo sí seré un buen padre, 
A mis hijos, no los voy a estar fastidiando tanto, 
Dejaré que sean lo que ellos quieran, 
Y que sean felices”, 
Y en un tono más soverbio repetí: 
“yo voy a ser mejor que ustedes”. 
Me aconsejaste que, pasara lo que pasara, 
Viviera como viviera, nunca me humillara ante los demás, 
Porque la dignidad no se vende, no se pierde, 
Y hasta la libertad tiene sus límites, 
Y apenas me sentí libre, 
Aproveché para emborracharme con mis amigos hasta desfallecer, 
Y desperté tirado en una calle, sucio, maloliente; 
Me atreví a pedir limosna 
Y ante la desesperacion se me hizo fácil robar, 
Aunque me advertiste que el enemigo no estaba en la casa, 
Sino en las calles, 
Disfrazado de falsos amigos, 
Absurdos placeres y dinero manchado… 

Qué razón tenías papá, 
Cuando me adelantaste que si abandonaba el hogar, 
Mi madre moriría de pena y tristeza, 
Y yo qué hice… me burlé de tí, 
Te aclaré que si eso sucedía sería por tu culpa, 
Por la vida tan estricta que nos dabas, 
Por tus exigencias y por tu concepto de la disciplina y la responsabilidad, 
Porque cuando llegabas a la casa hacias llorar a mi madre con tus ridículos obsequios, 
Cuánto tiempo me tardé en comprender que esas lágrimas, 
Eran de alegría, y no de dolor o tristeza… 

Un día, me tomaste entre tus brazos y me dijiste muy quedito al oido 
Esas cosas que aún gusrdo en mi corazón: 
“ojalá nunca crecieras, hijo mío, 
Ojalá siempre fueras mi pequeñito y yo siguiera siemdo tu héroe para toda la vida, 
Imaginar, que siempre tendrás 6 años”, 
Pero ya ves, papá, 
Hoy me arrepiento de todas esas palabras contra tí, 
De mis actos que tanto te dañaron, 
De tantas noches que te tuve a tí y a mi mamá en vela por no llegar de la fiesta, 
De las mentiras malarmadas que inventaba con tal de no escuchar tus sabios consejos, 
De recordar cómo te humillaste varias veces frente a mí, 
Con tal de yo tuviera esa falsa razón; 
De pisotear tu dignidad con mis gritos y reclamos, 
Y cientos y cientos de reproches en contra de ese cariño incondicional… 

Mírame ahora, papá, 
Sentado en una sala de hospital, 
Lleno de angustia, 
Esperando noticias sobre la salud de mi hijo, 
Ese… al que yo iba a educar… 
Mejor que tú a mi, 
Sí… también él se sintió grande, 
A pesar de mis consejos decidió no escucharme y, 
Hacer su propia vida como lo hice yo, 
Le pido a dios que me ayude, 
Y a tí, mi gran héroe de siempre, 
Que ojalá me hayas perdonado… todo…. 
Me costó mucho tiempo, dolor, y sufrimiento, 
Pero despues de tantos años, 
Logre entender que por fin te amé, papá, 
Más de lo que yo creía… 
Qué razón tenías, papá…